Cuando la escritora autoexiliada de la gran ciudad Irene tiene una noche de copas con su hermana, aprovechando que su hija se va a ir una temporada con su infiel ex marido, tienen la gran idea de poner en renta la habitación de su hija con la malévola intensión de su hermana para que conozca a algún fino caballero y así terminar con sus 2 años de celibato, confiada de que nadie va llegar por el anuncio, Irene acepta, lo que no esperaba es que a la mañana siguiente Arturo, un actor de mediana edad, divorciado y muy parlanchín, se presenta para rentar la habitación.